lunes, 27 de abril de 2009

Un rato cada tanto

Y tanto hay para decir, una cicatriz de una herida de una semana gris. Al fin sin fin, y un parissiens que se termina y la historia que empieza a susurrar su primer final. Un vaso de vino que guarda nostalgia de finos aromas, que se expande y se funde con el color de una nada. Tus pupilas dilatadas, tus dientes blancos y esa inocencia que se pierde en una noche de abril. Abriles de cariños y besos que crecen con esmero.
Explicación de un amor que imposible de ocultar. Un imperativo que sofoca, un gerundio de simultaneidad para contar lo que una noche consume a fuego a lento. Un diván de psicólogo para remover viejas heridas, una sonrisa para agradecer.
Un mes de más, un revuelto de imperfecciones. Me inquieto poco a poco, es algo inexplicable pero ciertamente real.
Lamentos de felicidad, placer agonía mas cruel. Seducción de los sentidos que también logran explicar lo que yo mismo no puedo.
El horizonte allá a los lejos, un norte y un sur que se encuentran, el frío y el calor se confunden, tristeza y felicidad en una sola emoción, dulce y amargo en un solo sabor.
Rabia espontánea, esquizofrenia. Hoy soy yo, mañana quizá seré lo que hoy soy y si dejas ser quizá, ayer también sea, lo que mañana seré.

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